48 horas en Venecia

Probablemente Venecia sea una de las ciudades más pintadas, fotografiadas y filmadas del mundo. Por eso un visitante no se dejará sorprender del todo cuando se halle en la Plaza de San Marcos o se cruce en el muelle con figurantes ataviados de Carnaval o vea pasar a los curiosos gondoleros con sus camisetas listadas; en cierta forma, todo eso ya le suena de algo. Pero ello no le quita ni un ápice de interés al conjunto. Porque, además de esa serie de iconos tan familiares, la ciudad guarda muchas más cosas en su mil y un recovecos, en sus canales menores, en sus callejuelas decadentes.

Basta dar un paseo en góndola para ir deslizándose con suavidad sobre el agua entre fachadas teñidas de verdín y barandillas herrumbrosas, detrás de las cuales se ocultan los salones de antiguos palazzos; todo veneciano parecía vivir en palacios de los que entraba y salía directamente a un canal. La urbe de los mil canales era la capital de la República Sereníssima, un estado de vocación abiertamente naval que le debía al mar su esencia, su riqueza y su existencia misma, desde que los vénetos se instalaron en el siglo V huyendo de los hunos.

Asombro, misterio, fascinación, tradición, belleza, ostentación, carácter, lujo, decadencia, melancolía, diversión… Todas estas palabras sirven para describir lo que se siente y percibe al pasear por Venecia, unas veces dominando uno sobre otro y otras todo al mismo tiempo. Con todo derecho además, puesto que si hay una ciudad en la que predominan los turistas sobre los habitantes es ésta. Literalmente.

[divider]MARTES [/divider]

Piazza San Marcos – 9:00

Sea cual sea la forma que elijamos para viajar a Venecia, debemos tener en cuenta que se trata de una ciudad cuyo centro histórico es estrictamente peatonal, sin tráfico rodado. Eso significa que tanto si llegamos en tren como si lo hacemos en taxi desde el aeropuerto o el bus, es necesario tomar un vaporettopara acceder a ese auténtico corazón que es la plaza de San Marcos. El vaporetto es una embarcación que hace las veces de autobús urbano y nos llevará navegando por el Gran Canal hasta desembarcar en el muelle ad hoc.

Durante el trayecto ya tendremos ocasión de contemplar la fantástica arquitectura que presenta Venecia cara al agua. No obstante, luego se podrá ver con más calma. De momento hay que caminar unos metros por el Molo Riva degli Schiavoni para que, previo paso por la Piazzella, donde dos columnas rematada por un león y San jorge respectivamente marcn la ubicación del antiguo patíbulo, se abra ante nosotros la majestuosidad icónica de la citada San Marcos.

A un lado, las arquerías góticas del Palacio Ducal anteceden las formas bizantinas de la Basílica; al otro, la Biblioteca de Sansovino. En medio se yergue la altísima silueta del campanile (98,60 metros de altura), erigido en el siglo X sobre restos romanos y derribado por un terremoto en 1902. Se reconstruyó una década después para que hoy podamos seguir disfrutando de su inconfundible aspecto, de ladrillo rojo y un tejado apuntado de cuatro caras coronado por un ángel dorado.

Entrando plenamente en la plaza, de frente, está la Torre del Reloj, construida por Mauro Codussi entre 1496 y 1499. En su parte alta, sobre otro león alado, las dos estatuas de bronce conocidas como los Moros siguen tocando la campana desde hace cuatro siglos para que salgan las figuras de los Reyes Magos precedidos por un ángel para hacer una reverencia ante la Virgen con el Niño que realizó en cobre el orfebre Alessandro Leopardi.

Mirando a la izquierda, se ven las Procuradurías Viejas y Nuevas, de estilo renacentista, unidas al fondo por el ala Napoleónica, neoclásica. En suma, la piazza San Marco es un un amplio espacio abierto de 175,50 metros de longitud por 82 de ancho que se abrió en 1723 y que tiene una de sus imágenes más curiosas con el Acqua Alta, cuando se inunda, contrastando así con el vuelo de los miles de palomas que caracterizan y dan vida al lugar.

San Marco square in Venice before sunrise
La plaza de San Marcos – Imagen: ©depositphotos.com/count_kert

Palacio Ducal – 10:00

El Palazzo Ducale se llama así porque fue la residencia oficial del Dux durante un milenio. Es un edificio que,a lo largo de su historia, conoció varias destrucciones y reconstrucciones. La versión que ha perdurado es la de Jacobello y Pier Paolo Dalle Masegne de 1407, que presenta un estilo gótico florido, si bien en 1575 se le hicieron añadidos renacentistas.

Pese a su belleza, hay que saber que empezó siendo una fortaleza, para luego servir también como prisión. De esto último es buena prueba el barroco Puente de los Suspiros, que salva el Río de Palacio por la parte trasera de éste, enlazándolo con la prisión. su nombre se debe a los presuntos suspirios que exhalaban los reos cuando, de camino al juicio, veían la laguna a través de las celosías de sus ventanas.

Pero si la fachada que se asoma al mar es impresionante -mide casi 72 metros de largo desde la Piazzalle hasta el Puente de la Paja- no lo son menos otras partes, tanto exteriores como interiores. Por ejemplo, la Puerta de la Carta, donde los escribanos se reunían para las gestiones administrativas y que es obra de Giovanni y Bartolomeo Bon en 1428, también en gótico florido: arcos ojívales, tríforas, relieves, columnillas salomónica, estatuas…O el patio, con dos brocales de bronce y arquerías superpuestas, unas apuntadas y otras renacentistas más una fachada barroca con reloj.

Respecto al interior, no hay que perderse las diversas y bellas salas. La del Consejo de los Diez, sede del tribunal de justicia, está decorada con frescos y molduras doradas en paredes y techos. En esa línea va también la del Colegio, donde se reunía el Dux con ministros y embajadores; decir que Veronés, Palladio y Tintoretto son algunos de los artistas que la decoraron. Las no menos suntuosas Sala del Consejo Mayor y la del Escrutinio completan la visita.


La Basílica de San Marcos – 12:00

No se puede dejar esta ciudad sin visitar su peculiar basílica. Primero, por su antigüedad, ya que se construyó en el año 829 por orden de Justiniano Partecipazio para acoger las reliquias del santo que le da nombre. Al igual que el Palacio Ducal, un incendio la arrasó en el 927 y hubo que reconstruirla a lo largo de más de un siglo hasta dejarle el aspecto actual.

Se trata de una iglesia de tipo bizantino, con planta de cruz griega. La fachada principal tiene cinco puertas románicas y arcos superpuestos, todo adornado con mosaicos, relieves y pináculos, a lo largo de una balaustrada donde están los cuatro caballos de bronce llevados desde Constantinopla como botín de guerra tras la Cuarta Cruzada (la cuadriga es posterior, del siglo XIV, y regresó a Venecia en 1815 después de que Napoleón se la llevase a París).

El conjunto se remata con vistosas cúpulas, tres astas de bronce exentas que servían para izar los estandartes de la República Serenissima y, como curiosidad, en una esquina, el conjunto escultórico de los Tetrarcas, de pórfido rojo, también procedente de Constantinopla.

El interior presenta la sensación recargada y abrumadora del estilo bizantino, con dorados cubriendo espectacularmente la superficie de las paredes y un suelo de mosaico. Precisamente los mosaicos son protagonistas por su omnipresencia, a menudo representando escenas prediseñadas en cartón por pintores como Veronés, Bassano o Tintoretto.

Además hay que prestar atención especial a dos cosas: por un lado, la Pala D’Oro, un retablo del siglo X que hay en el altar mayor y cuya versión actual, del XIV, firma el orfebre Giampaolo Boninsegna; mide 3,40 x 1,40 y está incrustado de diamantes y piedras preciosas. Por otro, el baptisterio, de 1350, donde destacan la pila bautismal de Tiziano Minio y la tumba gótica del dux Andrés Dándolo, obra de los De Santis. Los mosaicos lo recubren por entero.


Puente de Rialto – 15:30

Las colas de espera para entrar al palacio y la basílica habrán consumido toda la mañana. Por tanto, al salir toca comer en alguno de los mil y un establecimientos repartidos por las inmediaciones. Después se puede dar un paseo por dichos alrededores, saliendo de la piazza por la gran puerta que hay bajo la Torre del Reloj.

Caminando casi en línea recta por la animada calle Merceria Orologio se desembocará en otro de los rincones de referencia de Venecia: el Puente de Rialto. Es el más antiguo de los cuatro puentes que permiten cruzar el Gran Canal, diseñado en el siglo XVI por Antonio da Ponte tras imponerse a las ofertas de otros ilustres artistas como Miguel Ángel, Palladio o Vignola.

Construido entre 1588 y 1591 en sustitución de uno anterior de madera, material endeble que había provocado derrumbes e incendios, el nuevo puente se hizo de piedra, con dos rampas inclinadas a cada lado que confluyen en un pórtico central y filas da arcos a cada lado.

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El Puente de Rialto con las góndolas esperando en primer plano – Imagen: ©depositphotos.com/razvanphoto

Paseo en góndola – 16:30

Junto al Puente de Rialto hay un embarcadero de góndolas. Buen sitio para tomar una de ellas y dar un paseo en la que es la actividad más típica durante la estancia en la ciudad. El precio no es barato pero es integral, no por persona, de manera que se puede repartir entre varios pasajeros previa negociación con el gondolero.

Las góndolas son unas embarcaciones tradicionales impulsadas a remo mediante una pértiga. Estrechas y alargadas (miden unos once metros de eslora), su casco es de madera y está pintado de negro por ley, en recuerdo de la epidemia de Peste que azotó Venecia en 1562. Si antaño constituían la forma habitual de moverse por los canales, hoy se reservan casi exclusivamente para el turismo.

Cada góndola realiza un itinerario concreto, según el precio pactado por la duración del paseo. Si se elige recorrer el Gran Canal, habrá ocasión de ver las fachadas asomadas al agua de algunos de los palacios más hermosos, como el Fondaco dei Turchi, la Ca’Pesaro, la Ca’Foscari, el Palazzo Grassi o los que quizá sean los más célebres, el Palazzo Cavalli Franchetti y la Ca’D’Oro. Otra opción es moverse por el laberinto de canales interiores hasta el Puente de los Suspiros; en tal caso se pasará ante la casa del legendario Casanova.

Aclaremos que el Puente de Rialto no es el único punto para elegir una góndola. En el paseo marítimo ante la Plaza de San Marcos también se suceden hileras de ellas que permiten pasar, por ejemplo, hasta Santa María della Salute.

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Paseando en góndola – Imagen: ©depositphotos.com/Maridav
Bridge of sighs, Venice, Italy
El Puente de los Suspiros – Imagen: ©depositphotos.com/alexeleny


Basílica Santi Giovanni e San Paolo
– 18:00

La góndola vuelve al punto de partida junto al puente, desde donde nos desplazaremos a pie hacia el noreste, al barrio de Castello, para visitar el llamado Campo monumental de San Juan y San Pablo. Allí se puede visitar la basílica homónima, buen ejemplo de arquitectura gótica veneciana y una de las iglesias más grandes de la ciudad.

No es un templo cualquiera. Construido entre los años 1246 y 1430 en sencillo ladrillo visto, en el interior se halla un panteón donde reposan los hombres más ilustres de la República Sereníssima, entre ellos veinticinco de los dogos venecianos y otros personajes de renombre como el artista Bellini o varios condottieros. Hablando de artistas, en la decoración participó una pléyade de ellos: el propio Bellini, Pietro y Tulio Lombardo, Veronés… En la Capilla del Rosario, construida para conmemorar la batalla de Lepanto, había pinturas de Tiziano y Tintoretto pero un incendio destruyó el lugar en 1861.

La estatua de Colleoni – 18:30

Frente a la fachada de la basílica, en la plaza, se alza la estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni. Se trata de un famoso condottiero, es decir, un militar que capitaneaba un ejército de mercenarios; una ocupación típica del Renacimiento a la que llegó tras ser asesinada su rica familia. Colleoni estuvo al servicio de Venecia, de ahí el monumento.

Se lo encargaron a Andrea del Verrochio, quien intentó emular a su maestro Donatello, autor de otra famosa estatua ecuestre de un condottiero, Gattamelatta. No obstante, falleció antes de terminarla y Alessandro Lopardo fue el encargado de fundir el caballo de bronce y dar los últimos retoques.

Colleoni
La estatua ecuestre de Colleoni con la iglesia de San Giovanni e San Paolo detrás – Imagen: ©depositphotos.com/frank11

[divider]MIÉRCOLES [/divider]

Isla de Murano – 9:30

Si se quiere hacer algo original en Venecia pude ser buena idea tomar alguna de las lanchas que llevan hasta las islas de los alrededores, algunas de ellas de gran atractivo turístico. Dados los límites de tiempo que imponen las cuarenta y ocho horas disponibles, quizá lo mejor sea optar por una excursión guiada a las tres islas más destacadas: Murano, Burano y Torcello. Suelen durar medio día y resultan bastante asequibles, en torno a veinte euros.

Murano es un nombre que nos resulta muy familiar para todos porque lo asociamos inmediatamente al cristal. Y es que, en efecto, ese pedazo de tierra acredita una larga tradición artesana del vidrio; al menos desde el siglo XIII, aunque su gran momento fue entre el XV y el XVI, empezando a decaer a partir del XIX.

Hoy ha recuperado brillo gracias a la fabricación para el turismo, ya que los visitantes suelen llevarse algún souvenir de su fino cristal además de asistir al proceso de elaboración mediante la ancestral técnica de soplado por un tubo. También hay un museo temático.

Murano se llamaba originariamente Amurianum. No es una isla propiamente dicha sino una aglomeración de seis islotes unidos por puentes, lo que la convierte en una versión en miniatura de Venecia. De la importancia que llegó a tener es buena prueba el hecho de que tenía licencia para acuñar su propia moneda y gobierno autónomo, además de algún edificio espectacular como la Basílica de Santa María y Donato, del siglo XII.

Murano
Trabajo artesanal del vidrio para conseguir los célebres cristales de Murano – Imagen: ©depositphotos.com/zocchi2

Isla de Torcello – 11:30

Torcello fue el primer asentamiento veneciano, entre los siglos V y VI. El esplendor que llegó a disfrutar se refleja en la catedral, la más antigua de Venecia, y dedicada a Santa Maria Assunta. De estilo bizantino, se construyó en el año 639, aunque hubo modificaciones posteriores. El campanile cuadrangular, por ejemplo, se añadió en el siglo XI. Por dentro, como es habitual, destacan los mosaicos que recubren sus tres naves.

Enfrente del templo, al aire libre de la plaza, llama la atención una curiosidad: el llamado Trono de Atila, un tosco sillón de piedra que, según la leyenda, sirvió para que el rey bárbaro descansase. En realidad era, probablemente, el asiento del obispo; pero pesa más el mito porque Torcello es la isla donde los vénetos buscaron refugio huyendo de los hunos.

Otra iglesia interesante es la de Santa Fosca, del siglo XI, que incorpora al estilo bizantino las características propias de la escuela de Rávena. Si bien lo más bonito es el pórtico, por dentro tiene planta de cruz griega y un crucero extraño, circular, pensado para una cúpula que nunca se llegó a hacer. El ábside, en cambio, es pentagonal.


Isla de Burano – 13:00

La sensación al desembarcar en Burano es que se trata de un sitio distinto, quizá menos monumental pero más pintoresco, con casas de colores de inequívoco sabor marinero y pescador. Un pueblo tranquilo que conserva un dialecto autónomo y que se ha hecho conocido por otro oficio artesano tradicional: la labor de encaje.

Los encajes de Burano, confeccionados por las mujeres locales desde el siglo XVI, están considerados de los mejores de Europa y le dieron a la isla celebridad y prosperidad. Constituyen la atención principal para los visitantes, que pueden ver exposiciones de ellos y comprar piezas en las muchas tiendas abiertas ad hoc.

No obstante, Burano también tiene un monumento interesante: la iglesia de San Martín, del siglo XVI, donde se guarda una Crucifixión pintada por Tiépolo. Y no hay que olvidar que en la isla se sitúa la meta de la Regata di Burano, una carrera de barcas a remo en la que los hombres bogan en góndolas mientras las mujeres usan mascarettes y los niños en pupparini (otros tipos de embarcación). Este evento cierra la temporada de regatas.


Santa María della Salute – 15:30

Terminada la excursión insular y ya de regreso en el casco urbano, es la hora de comer. Al igual que el día anterior, sobran los restaurantes, pizzerías, trattorias o establecimientos de comida rápida, a elegir. Luego aún queda pendiente uno de los edificios más importantes de Venecia: la iglesia de Santa María de la Salud.

Se puede ver la inconfundible mole de sus cúpulas al otro lado del Gran Canal, enfrente de la terminal San Marco, que está al lado de la plaza homónima. El templo, al que se llega tomando un vaporetto (línea 1) no es tan antiguo como otros de la ciudad, por lo que en vez de gótico o renacentista aquí identificamos claramente el barroco.

Y es que Santa María de la Salud nació a raíz de la mencionada epidemia de peste que asoló Venecia. Se empezó a construir en 1631 para dar gracias a la Virgen por ponerle fin a una enfermedad que había matado a decenas de miles de personas, terminándose relativamente rápido, en 1687.

Su arquitecto, Baldassare Longhena, la dotó de planta octogonal con capillas a los lados y una espectacular cúpula que ha hecho las delicias de numerosos pintores como Canaletto, quienes la plasmaron en sus cuadros. Otros, como Tintoretto o Tiziano, decoraron su interior, si bien éste resulta bastante sobrio.

Si antes hablábamos de una importante fiesta en Burano, hay otra que tiene la iglesia como protagonista: la de la Festa della Madonna della Salute, en la que se coloca un puente de madera sobre el Gran Canal para que los fieles lleguen a rezar; especialmente bello de noche, cuando lo hace una procesión con velas.


Playas del Lido – 17:00

Si es verano, no hay mejor forma de acabar una dura jornada de visitas turísticas que relajándose totalmente en una playa. Lo ideal es hacerlo por la tarde, cuando el sol adriático ya afloja un poco. en el caso de Venecia, su playa principal se encuentra en la alargada isla de Lido, a diez minutos de vaporetto del centro (líneas 1, 2, 51,52, 62, N y LN), que parece un cierre natural de la laguna veneciana.

Son doce kilómetros de arenal casi continuo, antaño destino de descanso para las clases privilegiadas pero hoy sustituidas por masas de veraneantes de todo tipo, si bien aún se conserva cierto ambiente chic y elegante; no en vano, allí se sitúan escenas de Muerte en Venecia y, además, hay un importante casino. Aunque para glamour, el que derrocha el conocido festival de cine, que tiene su sede precisamente en Lido.

 

Así, bañándose en las cálidas aguas del Adriático y olvidando los problemas, terminan las 48 horas en Venecia. Por supuesto, se han quedado cosas en el tintero, dado que el laberinto de callejuelas y canales acumula sorpresas agradables en cada esquina: iglesias, palacios, casas, puentes, estatuas, embarcaciones… Habrá que regresar otra vez.

 

A SIMPLE VISTA – VENECIA

 

Cómo llegar
En avión: la forma más fácil de arribar a Venecia es recurriendo a alguno de los vuelos que se operan desde España al Aeropuerto Marco Polo compañías como Iberia, Vueling y Volotea. Concretamente, desde Barcelona, Madrid y Bilbao, aunque en verano se amplía la lista de ciudades de partida.En tren: otra opción es viajar por tierra en ferrocarril. En tal caso conviene consultar las rutas y horarios de RENFE. Los trenes llegan a la estación veneciana por el Ponte della Ferrovia, en la parte noroeste de la ciudad.En autobús: quien prefiera el bus, tiene la empresa ALSA, que organiza salidas desde ciudades como Madrid o Barcelona. La estación de autobuses veneciana está en la Plaza de Roma. Allí, al igual que en el caso ferroviario, se puede tomar un vaporetto que atraviesa el Gran Canal hasta la Plaza de San Marcos.Dónde alojarse: si se ha decidido alojarse en el centro y con lujo cinco estrellas, el Hotel Danieli se halla cerca de San Marcos y tiene el encanto de ocupar tres palacios de diferentes épocas conectados mediante puentes. En un segmento medio (tres estrellas), y en la misma zona, se sitúa el Antico Panada, que también se reparte entre dos palacetes decimonónicos para vivir un par de días de escapada intemporal. Los mitómanos literarios quizá prefieran Seguso, una pensión de dos estrellas retratada por Patricia Highsmith en El talento de Mr. Ripley. Y por seguir en la línea historicista, una estrella tiene el Hotel Al Vagon pero con un ambiente vintage elegante, eso sí, está en otra zona, cerca del Puente de Rialto. Hay más posibilidades buscando en la web de Vuelosbaratos.

Dónde comer: nadie se quedará con hambre en Venecia, al menos por falta de establecimientos. Los más exquisitos se quedarán en Do Forni o Quadri, eso sí pagando acorde a su categoría. los amantes de las pizzas tienen Due Colonne y los que prefieran trattorias acudirán a Da Romano. También conviene visitar la cafetería Florian, que tiene tres siglos de antigüedad.

Dónde ir de noche: Venecia no es la mejor ciudad del mundo para irse de juerga nocturna, salvo que sea Carnaval. Quien busque movida deberá acercarse a zonas como Jesolo, dado que allí se concentran muchos hoteles. En el centro histórico apenas hay un par de sitios como las discotecas Casanova y Piccolo Mundo , un Harry’s Bar y algunos clubes con música en vivo como Bacarao Jazz o Paradiso Perdutto.

Cuándo ir: a medida que se acerca el verano, arrastrando buen tiempo, es cuando empiezan a abundar determinados eventos -todos relacionados con el mar y la navegación-que le dan un colorido intenso y especial a la ciudad. Hablamos de regatas como la Vogalonga (mayo), la citada de Burano o la Storica (septiembre), procesiones como la del Redentore (julio) o la Madonna della Salute (noviembre) e incluso del famoso Festival de Cine (septiembre).

Cómo moverse: Venecia es una ciudad que se puede recorrer a pie fácilmente, dadas las pequeñas distancias, a su peatonalización y al hecho de que merece la pena ir viendo cada detalle con calma. No obstante, quien quiera ahorrar tiempo de un extremo a otro o salvar el Gran Canal para llegar a una isla, por ejemplo, tiene un servicio de barcos llamados vaporettos con varias líneas, tal cual se tratasen de autobuses urbanos. Eso sin contar las góndolas y los taxis acuáticos, por supuesto.

Libros: al igual que le pasa en pintura, Venecia ha sido escenario perfecto de muchos libros. El célebre Giacomo Casanova la reflejó en dos obras, Historia de mi vida y Mi fuga de los plomos. También Lord Byron en su producción epistolar. Rushkin escribió Las piedras de Venecia y Thomas Mann le dio dimensión casi mítica en Muerte en Venecia. Hay muchos más autores, por supuesto, como George Sand, Henry James, Marcel Proust, etc. Hasta Corto Maltés vivió una de sus aventuras en esa ciudad (Fábula de Venecia).

Más información:Turismo Venezia