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VUELOS A ROMA

Los vuelos a Roma tienen como destino el Aeropuerto Intercontinental Leonardo da Vinci, más conocido como Aeropuerto de Fiumicino, situado a unos 34 kilómetros del centro de la ciudad. Una vez que llegamos con nuestro vuelo a Roma, nos vemos inmersos en la vertiginosa atmósfera que caracteriza a las ciudades italianas, especialmente a ésta donde sus habitantes exhiben con orgullo la Historia (con mayúsculas) entre un tráfico infernal y grandes voces de bienvenida.

Realizar un recorrido básico por Roma nos llevará a realizar un viaje de 30 siglos hasta los orígenes más lejanos. Se presume que fue fundada alrededor del siglo X a.C y desde la época en que los ejércitos romanos fueron abriendo caminos y construyendo magníficas obras de ingeniería a lo largo y ancho del mundo conocido, hasta el día de hoy, Roma es una de esas ciudades que hay que conocer.

La parte de la ciudad más visitada, es francamente manejable a pie para el viajero. Nuestra visita tiene un punto de inicio obligado, Piazza Venezia, donde se ubica el Monumento a Víctor Manuel II más conocido como la “tarta de bodas”). La Piazza Venezia fue el centro de la vida pública romana durante siglos. Aquí se encuentra el hermoso Palazzo Venezia (1455) que fuera residencia papal, embajada de la República de Venecia y centro de operaciones de Mussolini desde cuyos balcones se dirigía al pueblo que abarrotaba la plaza durante aquellos años. Puede visitarse su museo. Este punto es neurálgico ya que se encuentra ubicado a los pies de la Colina Capitolina, a un paso de los Foros Romanos y muy cerca tanto de la Roma Renacentista como del Trastévere, puntos obligados en nuestra ruta.

Iniciemos un paseo por la Roma Antigua rodeando el Monumento a Victor Manuel II hacia la Piazza del Campidoglio. La bellísima escalinata (la Cordonata) nos lleva a la gran esplanada donde se encuentra la enorme estatua ecuestre de Marco Aurelio y los Museos Capitolinos constituidos por el Palacio de los Conservadores y el Palazzo Nuovo (ambos del siglo XVI y rediseñados por Miguel Ángel). Los Foros Romanos se abren a partir de aquí en una amplia perspectiva que recorre el Arco de Septimio Severo, el Arco de Tiberio, la Basílica Julia (a derecha), la Basílica Emilia (a izquierda), el emplo de Vesta, el Templo de Antonio y Faustina, el Templo de Castor y Pollux, la Basílica de San Cosme y San Damian, la imponente Basilica de Majencio, el Arco de Tito, el Templo de Venus y Roma, hasta llegar al Arco de Constantino. Frente a éste último, uno de los puntos fuertes de la visita a Roma: el Coliseo.

Tomando un pequeño respiro a nuestra caminata, podemos decidir desde aquí visitar en los alrededores: la Basílicia de San Juan de Letrán, la Iglesia de San Pedro Encadenado (donde se encuentra el Moisés de Miguel Ángel) o visitar las catacumbas romanas y las Termas de Caracalla.

Para ver la Roma renacentista debemos asomarnos a la Piazza Navona, con sus famosas fuentes y rodeados de palacios de aquellos siglos. Desde aquí tenemos al alcance de la mano algunos de los atractivos más importantes de Roma: el Panteón, el Corso Vittorio Emanuele, la iglesia de Santa María sobre Minerva, el Templo de Adriano, los Baños de Agrippa, la iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza (obra maestra del barroco), la Iglesia de Jesús, el Teatro de Pompeyo.

Un poco más allá, tomando como eje la célebre Piazza Spagna subiremos la escalinata para visitar la iglesia de Trintá dei Monti desde donde se obtiene una vista magnífica. Se impone un paseo por la Vía Condotti a sus pies para codearnos con lo más selecto de las grandes marcas italianas y saborear un típico café spresso o ristretto en el Antico Café Grecco.

Roma no sería tal sin la presencia omnipresente de la Iglesia. La visita al estado del Vaticano, integrado a ella es obligatoria. El Castel Sant’Angelo nos recibe del otro lado del Tiber y luego de visitarlo, caminamos la Vía de la Conciliazione hasta la imponente Piazza San Pedro, obra maestra de Bernini (1650). Allí se construyó, sobre las bases de inmemoriales templos paganos, la Basílica de San Pedro. En el centro de la plaza se encuentra un obelisco traído de Egipto en 1586. Los Museos Vaticanos completan la visita de la Basílica abriendo gran parte de los tesoros de la Iglesia. Especialmente interesante es la visita a la Biblioteca Vaticana y, por supuesto, a la joya de la corona: la Capilla Sixtina.

No podemos dejar Roma sin cumplir algunos de sus ritos:

Arrojar una moneda en la Fontana di Trevi para asegurarnos volver

Colocar nuestra mano en la Boca de la Veritá para conocer todos los secretos

Caminar el Trastévere recorriendo anticuarios

Disfrutar de una comida en una trattoria popular, alejada del circuito turístico

Subirse a uno de los vuelos a Roma, es viajar al más antiguo pasado, al vértigo del presente en una ciudad llena de vida, y a vivir una experiencia que, sin dudas, querremos repetir.